El libro perfecto para leer en la playa si trabajas en marketing

Acabo de terminar Delusions of Brandeur, de Ryan Wallman, y aunque no tenga traducción al español, es la lectura ideal para cualquier profesional de marketing este verano.

El autor, copywriter y director creativo australiano Ryan Wallman (@DrDraper en Twitter) lleva años vigilando los clichés, postureo, modas y tonterías de su sector, que noto que abundan tanto en el mundo del marketing hispanohablante como en el anglosajón.

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Mallorca Or Majorca? My Lockdown Linguistics Project

Although escapism feels like the priority for lockdown reading, I recommend making an exception for Because Internet by Gretchen McCulloch. Anyone with a passing interest in language will find all kinds of fascinating nuggets*, and it’s a good reminder that we need to keep an eye on how English is actually used if we want our writing to sound normal.

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It's OK to have nothing to say

One of the most valuable ways I’ve been spending my time in lockdown is a bi-monthly Zoom meeting with fellow translators to discuss our coronavirus-related work conundrums. The first to come up was seemingly innocuous - “I’m struggling to think of anything to post on LinkedIn.” Having mulled it over for several weeks now I have enough thoughts to fill a whole article.

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¿Puedes permitirte el lujo de ser cutre?

Me encanta la palabra «cutre» porque es imposible de traducir al inglés. Aunque «tacky», «cheap» o «mean» se acercan a algunos de sus usos, no tenemos un equivalente.

Durante mis vacaciones en Barcelona la semana pasada, tuve la ocasión de reflexionar sobre el concepto de «cutre» en el contexto de las traducciones y el copywriting. Me di cuenta de que cada vez que en algún bar o restaurante veo una carta mal traducida, en realidad me alegra. No solo porque «octopus to the holiday» (pulpo a feira) siempre me saca una carcajada, sino porque me indica que estoy en un lugar donde se come bien.

Mi teoría es que cuanto menos se preocupa un bar por crear una experiencia atractiva para los turistas, mejor se come. Si el local está lleno, a pesar de un interior de los setenta, camareros serios, muebles incómodos y una carta en inglés que no tiene sentido, denota que tiene una oferta tan buena que la reputación asegura un flujo constante de clientes lugareños.

En este contexto, me pregunto ¿qué sentido tiene contratar un copywriter o traductora? Es decir, si un cliente ofrece un producto de calidad y goza de una reputación excelente, ¿qué aportamos, exactamente? La verdad es que yo no optimizaría las ventas del querido Casa Manolo al ofrecerle una versión corregida de su carta en inglés (tampoco querría; soy de ese tipo de turista que prefiere guardar lo mejor para mí). Pero en Internet, por el contrario, la comodidad y la claridad tienen mucha más importancia. Los textos y el diseño son las únicas señales que podemos dar al usuario, que no tiene la presencia de otros clientes para animarle a entrar y pedir algo.

La justificación económica para borrar las redes sociales

Quería borrar mi cuenta de Facebook desde hace unos años por motivos personales (demasiados para explicar aquí) pero como autónoma, lo veía como un mal necesario para mi negocio. Cambié de opinión cuando escuché por primera vez la idea de que los negocios también tienen una dependencia poco sana a las RRSS; es decir, que los emprendedores invertimos más recursos en ellas de los que se merecen desde un punto de vista estratégico.

Parece que esta idea en esta en auge, y dejando por un momento los motivos éticos y personales, por mi propia experiencia creo que existe una justificación económica para reducir su presencia online.

Primero, después de desactivar mi cuenta de Facebook y borrar la app de Twitter en mi móvil, desde hace unos meses puedo invertir más tiempo en otras actividades de marketing y ventas. Es una observación bastante obvia, pero lo que me ha sorprendido – o más bien horrorizado - ¡es la cantidad de tiempo que ahorro!. Además, me dedico a actividades con resultados más directos o aprendizajes más útiles para mi negocio. He hecho más contactos personales con posibles clientes por email y haciendo networking en la vida real y, donde no he generado interés, he aprendido más sobre sus necesidades y su percepción de mi propuesta que con cualquier post que haya compartido en Facebook y Twitter.

En este sentido, dejar de preocuparme por los ‘me gusta’ me ha impulsado a crear contenido más considerado y del que me siento orgullosa a la hora de presentarme a nuevos clientes.

Odio sonar engreída, pero hasta ahora no siento que me pierda más de lo que he ganado. Hablo con mis colaboradores por Skype o WhatsApp y quedamos cuando podemos, y estoy dada de alta en las listas de envío de mis medios de comunicación y escritores favoritos. Sin embargo, tengo que hacer una aclaración: Las redes sociales nunca han sido lo mío. No soy de esa gente que tiene un don especial para crear una comunidad o publicar respuestas agudas en Twitter - y documentar mi vida no me gusta especialmente. Y, obviamente, no he borrado todas mis cuentas. Pero, al menos, puedo decir a quienes se sientan incómodos, frustrados o perdidos con las redes sociales, que no es cierto que sean un mal necesario y que no son absolutamente imprescindibles para desarrollar tu negocio.

¿Por qué volvemos a comprar como la abuela?

«Es el futuro, pero es el pasado también», comentó una amiga española cuando le expliqué en qué consistía el nuevo negocio de mi hermana: una tienda zero waste (cero residuos), donde venderá varios productos usando envases grandes, como una tienda a granel de toda la vida.

En el Reino Unido, comprar a granel se había casi extinguido hasta hace poco, igual que muchas tiendas pequeñas de alimentación. Aquí, los supermercados han dominado desde hace generaciones: en mi pueblo de 14.000 habitantes no ha habido ninguna panadería desde tiempo inmemorial…

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¿Cómo afectará el brexit a nuestros hábitos de consumo?

Me disculpo de antemano por mencionar la «palabra maldita» pero, al fin y al cabo, no deja de ser un tema candente y no está de más reflexionar sobre sus implicaciones para los profesionales del marketing que trabajamos en este mercado. Como no sabemos realmente a qué tipo de brexit nos enfrentamos, quizás tenga más sentido formular la pregunta de manera más específica: «¿qué tendencias culturales deberíamos tener en cuenta en nuestras comunicaciones con el Reino Unido posbrexit

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