Quería borrar mi cuenta de Facebook desde hace unos años por motivos personales (demasiados para explicar aquí) pero como autónoma, lo veía como un mal necesario para mi negocio. Cambié de opinión cuando escuché por primera vez la idea de que los negocios también tienen una dependencia poco sana a las RRSS; es decir, que los emprendedores invertimos más recursos en ellas de los que se merecen desde un punto de vista estratégico.
Parece que esta idea en esta en auge, y dejando por un momento los motivos éticos y personales, por mi propia experiencia creo que existe una justificación económica para reducir su presencia online.
Primero, después de desactivar mi cuenta de Facebook y borrar la app de Twitter en mi móvil, desde hace unos meses puedo invertir más tiempo en otras actividades de marketing y ventas. Es una observación bastante obvia, pero lo que me ha sorprendido – o más bien horrorizado - ¡es la cantidad de tiempo que ahorro!. Además, me dedico a actividades con resultados más directos o aprendizajes más útiles para mi negocio. He hecho más contactos personales con posibles clientes por email y haciendo networking en la vida real y, donde no he generado interés, he aprendido más sobre sus necesidades y su percepción de mi propuesta que con cualquier post que haya compartido en Facebook y Twitter.
En este sentido, dejar de preocuparme por los ‘me gusta’ me ha impulsado a crear contenido más considerado y del que me siento orgullosa a la hora de presentarme a nuevos clientes.
Odio sonar engreída, pero hasta ahora no siento que me pierda más de lo que he ganado. Hablo con mis colaboradores por Skype o WhatsApp y quedamos cuando podemos, y estoy dada de alta en las listas de envío de mis medios de comunicación y escritores favoritos. Sin embargo, tengo que hacer una aclaración: Las redes sociales nunca han sido lo mío. No soy de esa gente que tiene un don especial para crear una comunidad o publicar respuestas agudas en Twitter - y documentar mi vida no me gusta especialmente. Y, obviamente, no he borrado todas mis cuentas. Pero, al menos, puedo decir a quienes se sientan incómodos, frustrados o perdidos con las redes sociales, que no es cierto que sean un mal necesario y que no son absolutamente imprescindibles para desarrollar tu negocio.